GRANDES MUJERES DEL
MUNDO DE LA MÚSICA
¡Hola a todos! Con motivo de la conmemoración del 8 de marzo, día de la mujer, he preparado una página en la que podamos conocer a grandes mujeres del mundo de la música. Son mujeres que lucharon en un mundo que las señalaba solo por querer hacer lo que más les gustaba: interpretar, dirigir, componer,... en un mundo en el que los hombres no querían dejarles ocupar el sitio que les correspondía, y solo porque eran mujeres. Mucho tiempo ha pasado, muchas mujeres han luchado, y han abierto el camino para que hoy en día se hayan roto esas barreras injustas y sin sentido. Aún queda mucho por recorrer, pero debemos agradecerles a ellas su valentía, porque rompieron las murallas y nos abrieron el camino...
La música ocupó un lugar distintivo en la vida, la obra y el pensamiento de Hildegard Von Bingen, autora polifacética medieval que escribió numerosos tratados y magníficas composiciones.
Hildegard otorgaba a la música —y al canto de alabanzas en particular— una función activa en la historia de la humanidad. Hildegardconsidera que la música es capaz de una transformación personal, y también colectiva, ya que entiende la práctica musical como una forma de cohesión social, en un momento histórico que es recordado como la época de las cruzadas.
Hildegard Von Bingen nació en Alemania, y procedía de una familia aristocrática.
Hildegard afirmaba que componía cantos y melodías para alabar a Dios y a los santos sin haber recibido nunca una formación específica, y que los interpretaba pese a no haber estudiado la notación musical ni el canto.
Además de obras musicales, tuvo una gran actividad como escritora, que empezó a la edad de 42 años, un momento fundamental de su vida. En un escrito decía que la “voz del cielo” le ordenó “decir y escribir” lo que “veía y escuchaba”. Su producción literaria abarca textos teológicos, botánicos y medicinales. Se le considera una de las escritoras con mayor producción en la Baja Edad Media.
En un monasterio dominado por hombres, Hildegard fue elegida como abadesa de las mujeres, y encabezó la salida de las monjas del monasterio en Disibodenberg, para fundar el primero de dos monasterios exclusivamente de monjas: Rupertsberg, en 1150 y en Eibingen, en 1165.
Además fue autora de un extenso repertorio musical del que se conservan 70 obras con letra y música, himnos, antífonas y responsorios, compilados en la obra Symphonia armoniae celestium revelationum, (Sinfonía de la Armonía de Revelaciones Divinas).
Fue la única y primera mujer a la que la Iglesia le permitió salir del monasterio a predicar en diferentes pueblos del imperio.
Su prestigio entre sus contemporáneos llegó a tal extremo que fue conocida en su época bajo el apelativo de “La Sibila del Rin”.
Hoy es considerada Santa para la Iglesia Católica.
ÉLISABETH JACQUET DE LA GUERRE ( París, 1665 - 1729)
Élisabeth
Jacquet de La Guerre pertenecía
a una familia de músicos, profesores de música y constructores de
claves.
Élisabeth
comenzó la interpretación de instrumentos de tecla a edad muy
temprana, siendo presentada por su padre al
rey de Francia, Luis XIV, con
sólo cinco años de edad. Pronto se trasladó a Versalles,
y allí
permaneció interpretando
música en
la corte francesa.
Actuaba
en conciertos públicos y privados, impartiendo lecciones
particulares como clavecinista y componiendo obras. Un ejemplo es su
ópera Céphale et Procris, que obtuvo un gran éxito. También compuso un ballet por encargo de la corte de
Versalles, Les
jeux à l’honneur de la victoire (1691).
En
1715 publicaba su última gran obra, el tercer libro de Cantates
françoises.
Su
última obra conocida fue un coral encargado para celebrar la
recuperación del rey Luis
XIV de
una infección de viruela, lo cual nos da una idea del prestigio que
consiguió como compositora.
LA COMPOSITORA FRANCESCA CACCINI (1587-1641?)
Francesca dedicó aquellos años a ejercer como profesora de música, a tocar varios instrumentos, como el laúd y el arpa, y a cantar y empezó a componer. En 1607 se casaba con otro músico de la corte florentina llamado Giovanni Battista Signorini, con quien tendría una hija, Margherita. En aquellos años, además de abrir una escuela de música, Francesca se convirtió en una de las músicas mejor pagada en Florencia y en una compositora prolija. Junto al poeta Miguel Ángel Buonarroti el Joven (sobrino nieto del gran artista del Renacimiento), Francesca Caccini compuso varias canciones.
En febrero de 1625 estrenaba La liberazione di Ruggiero, considerada como la primera ópera compuesta por una mujer, y la única de las cinco que compuso Francesca que sobrevivió. La obra, compuesta en ocasión de la visita del príncipe Ladislao Segismundo a Italia, tuvo tanto éxito que se convertiría también en la primera ópera italiana en interpretarse fuera de las fronteras italianas, concretamente en Varsovia, en 1628.
En diciembre de 1626 fallecía su esposo y pocos meses después volvía a casarse con un noble originario de Luca, Tommaso Raffaelli, con quien tuvo un hijo. Tommaso fallecería cuatro años después. De vuelta a Florencia con sus dos hijos, hacia 1634, Francesca Caccini volvió a trabajar al servicio de los Médici. A partir de 1641 no se volvió a saber nada de ella.
CLARA WIECK (1819 - 1896)
Mientras que a su hermana Nadia inicialmente no le gustaba la música. Lili Boulanger empezó a cantar a la edad de dos años y medio. Sin embargo, enfermó de bronconeumonía, de la cual no se recuperó por completo a lo largo de su vida. Las enfermedades infecciosas frecuentes en el tracto gastrointestinal le atormentaron para siempre.
La primera composición de Lili Boulanger fue escrita en 1900, probablemente con motivo de la muerte de su padre. La composición, de la cual solo se quedan bocetos, se llama “La lettre de mort”.
En 1909 fue admitida oficialmente en el conservatorio, y fue una de las primeras alumnas de composición.
En los primeros años de Lili (1910-1911) en el conservatorio, frecuentemente tuvo que permanecer fuera debido a sus continuos problemas de salud. Desde el año 1912, Lili Boulanger parece haberse centrado específicamente en obtener el prestigioso “Prix de Rome”.
Nadia y Lili Boulanger en 1913. Fotografía: Agence Meurisse
Sin embargo, debido a su salud, tuvo que abandonar este objetivo en mayo de 1912. Durante los siguientes seis meses, la enfermedad no le dejó más remedio que tomar un descanso obligatorio.
El año 1913 finalmente le trajo el éxito deseado. Ella ganó el “Prix de Rome” a la edad de 19 años por la cantata compuesta para la ocasión “Faust et Hélène”, siendo la primera mujer en conseguirlo. Con este premio, ahora se la consideraba oficialmente como compositora, era financieramente independiente e inmediatamente firmó un contrato con la editorial Ricordi. Los premiados con el “Prix de Rome” se quedaban en la Villa Medici de Roma para ampliar sus estudios. comenzaron en marzo de 1914 y tuvieron que interrumpirlo en agosto de ese año por el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Lili Boulanger con sus Compañeros en la Villa Medici de Roma (1914)
En su trabajo, los acordes oscuros de “Dans l’ inmensa tristesse” reflejan su estado de ánimo en ese momento, que se caracterizó por períodos de depresión severa. En febrero de 1917, abandonó París por orden de su médico, para someterse a una cirugía. Pero el éxito fue de corta duración. Consciente del poco tiempo que le quedaba, Lili Boulanger se esforzó por completar composiciones previamente iniciadas, principalmente las religiosas. A la edad de 24 años, el 15 de marzo de 1918, Lili Boulanger murió de la enfermedad de Crohn y fue enterrada en el cementerio de Montmartre.
Debido a su precaria salud, muchas de las obras de Lili Boulanger solo están disponibles en bocetos, están incompletas o perdidas. De las 64 obras catalogadas, se publicaron 24, 12 no se publicaron, 10 están incompletas o en boceto y se perdieron 18.
Entre sus composiciones destacan el Salmo XXIV, Salmo CXXIX (1916), Salmo CXXX (Du Fond de l’abîme) (1916) y la “Vieille Prière Bouddhique”, que son consideradas sus cuatro obras maestras. Dejó sin concluir la ópera que escribió sobre La Princesse Maleine de Materlinck y, además, de su larga producción también pueden citarse “Pie Jesu” (1918) y los poemas sinfónicos “D’un Soir Triste” y “D’un Matin de Printemps” (1918).
LA DIRECTORA DE ORQUESTA ANTONIA BRICO (1902- 1989)
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